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SerenityErna's Journal



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Gonzalo

01:06 Jun 21 2005
Times Read: 535


Tomás había hecho una mas de sus tan esperadas reuniones en el apartamento, una de tantas que nunca supuse que algo extraordinario pasaría esa noche.

Vagaba yo por la sala cuando lo vi… una espalda fuerte, seguida de unas perfectamente redondeadas y firmes nalgas, cubiertas con un pantalón negro que se pegaba a ellas como un guante.

Desde que lo vi desee que fuera mío, mío para dominarlo y hacer de él lo que me viniera en gana, pero un demonio no es tan fácil de atrapar y además, siempre estoy perfectamente vigilada.

Una mirada retadora me cubrió desde el otro lado del cuarto. Ah, maldito! Sabía que era el objeto de mis deseos, el causante de mi lujuria y aquel que domina mis pensamientos cuando mis dedos juegan con mi vagina.

Esa piel morena me incitaba tanto a tomarla… ah, maldición… si tan solo el estúpido de mi dueño se hubiera decidido pronto a llevarse a su maldita rubia…

Tenía que tenerlo, ya no podía mas y además, no puedo ser retada sin que haga lo que me dicen; él se lo estaba buscando.

Mis piernas se encaminaron hacia donde estaba Tomás, tome a la rubia por la melena y la hice a un lado; acto seguido me senté sobre él a horcajadas y mientras me restregaba con su cuerpo, jugaba con su cabello

-Ahora que quieres, perra?

-Tú sabes lo que quiero…

-Bueno, pero si eres terca como mula

-No se que te sorprende…

Lentamente fui bajando el cierre de su pantalón, usando mi abrigo como cubierta

-Me lo vas a dar, si… - comencé a frotar su pene con las yemas de mis dedos- o sí?

Tomás me miraba de una manera tal que parecía iba a matarme, pero yo sabía que lo estaba disfrutando.

Bese su cuello varias veces mientras clavaba mis uñas ligeramente en su carne

-Ya me las pagarás todas juntas, maldita desgraciada…

Lo había logrado, no era tan difícil después de todo; saque mi mano de su pantalón y lentamente la lleve a mi boca, saboreando lo que quedaba de él en mis dedos.

Tomás se incorporó aun conmigo encima y casi me deja caer. Llamó a Gonzalo aparte y habló con él no más de 5 minutos.

Se separaron y el demonio se fue hacia el elevador. Tomás me asió bruscamente por la muñeca y me jaló hacia él, quedando mi espalda contra su pecho

-Me debes una infeliz…- me dijo mientras me recorría depravadamente con la mirada- Y no olvides de quien eres!

Su mano bajó tan rápido por mi cuerpo, que no lo noté hasta que sentí sus dedos dentro mío.

Tan acostumbrada estoy a eso que ya no lo sentí tan dominante. Además, Tomás siempre me amenaza, pero nunca me toca o hace algo más allá.

Baje mi vestido y seguí a Gonzalo al elevador, pero ya se había ido.

Cuando se abrieron las puertas, el elevador estaba solo y únicamente había un botón parpadeante, el cual hacía que el aparato bajara al sótano de Tomás.

El lugar estaba irradiado por luces rojas y amarillentas. El olor a sexo inundaba el ambiente, música decadente retumbaba en las paredes y los gritos de tortura y placer mezclados llegaban a lo más recóndito de la mente.

La perfecta silueta de Gonzalo estaba acorralando a una inocente humana, aterrada, con toda la ropa rasgada y que dejaba casi toda su carne al descubierto.

Él estaba ávido de tomarla, pero la pobre chica no accedía, haciéndole al demonio un poco difícil la tarea. Estuvo a punto de tomarla por la fuerza, cuando mi mano lo aparto de ella.

La joven me miraba entre horrorizada y agradecida. Tomé su mentón con una de mis manos e hice que clavara sus ojos en los míos.

-No tengas miedo, dulzura…

Con la otra mano seguía el contorno de sus caderas, subiendo hasta sus pechos y acariciándolos un poco.

Lentamente acerque mi rostro al de ella y posé mis labios sobre los suyos delicadamente, para luego proceder a abrirlos con mi lengua. La besé tranquila y profundamente durante un rato hasta que se tranquilizó.

Una de sus manos estaba tomando mi rostro y la otra ya se había metido por debajo de mi ropa, acariciando toda mi piel.

-Lo ves cariño? No hay nada que temer…

Gonzalo nos miraba fascinado, recargado sobre la pared.

Voltee a mirarlo mientras llevaba a la chica a un sillón cercano, invitándolo a que nos siguiera.

Una vez en el sillón, ella ya estaba mucho mas relajada y no se opuso a los que, sentados ahí, comenzaron a besarla. Todos compartían el juego y se divertían de lo lindo.

Yo me senté en el sillón de tal manera que ella pudiera recargar su cabeza sobre mi regazo, mientras mi demonio colaba su cabeza por entre sus piernas.

La chica gemía cada vez más fuerte y su sangre corría más y más rápido por su cuello. Demasiada fue la tentación para mí. Acomodé su cabeza sobre unos cojines y me hinqué a su lado. Su hermoso cuello de ébano estaba frente a mis ojos, palpitando cada vez más.

De un solo movimiento, clavé mis colmillos en su carne, disfrutando el sonido producido al ser perforada su carne.

Gonzalo ya estaba sobre ella, penetrándola salvajemente; su sangre llenaba mi boca y hacía que me regocijara en ella.

Poco antes de morir la chica, levanté mis ojos hacia él, quien me miraba malévolamente. Sonreí de una manera perversa, haciéndole segunda, y me separé del cuerpo, acercándome a él y besándolo.

La sangre de la mujer formaba un charco sobre el cual estaba yo parada, mirándolo y retándolo a que siquiera con el juego.

A él parecía no disgustarle la idea, pues me tomó por la cintura y me jaló hacia él de un solo golpe. Una de sus manos recorrió mi pecho de arriba abajo, como si con cada movimiento tratara de desabotonar la blusa; uno a uno fueron cediendo los botones, dejando mi pecho y abdomen al descubierto.

Se alejó un poco para admirar lo que había hecho y después me acercó una vez más a su cuerpo, pero ahora fue su lengua la que me recorría, instalándose por momentos en mi ombligo.

Subió sus manos hacia mis hombros, deslizó suavemente los tirantes del sostén y lo desabrochó para después quitarlo con los dientes.

Me inclinó hacia atrás y posó su lengua sobre mis pezones, rodeándolos con ella y haciendo que se tornaran duros y erectos.

Después de mamarlos, comenzó a mordisquearlos suavemente, pero su fuerza fue aumentado conforme él se daba cuenta que mientras más fuerte lo hacía, más gemía yo.

Subí una de mis piernas a la orilla del sillón, dándole a entender que había algo más abajo.

Él, muy hábilmente, colocó su mano en mi rodilla y fue subiendo por mi pierna hasta que la dejó al descubierto, habiendo subido también el vestido.

Poco a poco se fue hincando frente a mí. Una mirada pícara invadía sus ojos mientras hacía a un lado el pequeño pedazo de encaje negro que todavía me cubría.

No tardé mucho en sentir que su lengua se metía por entre mi vagina, recorriéndola de arriba abajo, moviéndose en círculos ahora y dando pequeños sorbetones después. Mi respiración se entrecortaba y una risa mezclada con gemidos salía de mis labios.

Después, Gonzalo fue subiendo por todo mi pecho con su lengua hasta llegar a mis labios. Introdujo su lengua en ellos, haciéndome probar mis propios sabores durante largo rato.

Me separé de él, sacando mi lengua de su boca y bajando por todo su cuello, colocándome detrás de él, cruzando mis brazos por debajo de los suyos y colocándolos alrededor de su pecho.

La tela podía sentirse desgarrar bajo mis manos… oh!... su espalda perfecta contra mi pecho. Su corazón agitado y su respiración profunda bajo su piel. Podía percibir su gozo, la excitación que llenaba el ambiente.

Sus manos se colocaron sobre las mías, guiándolas hacia el camino del placer. Yo besaba y lamía su cuello mientras él permanecía bajo mi dominio… sí, así!... yo mantenía el control.

Mis manos comenzaron a adentrarse en su pantalón, buscando algo, algún indicio de lo que todo su cuerpo reflejaba. No tarde mucho en encontrarlo.

Lo tomé con mis manos frías y delicadas. Gonzalo se estremeció bajo ellas, pero sonrió lascivamente y mordió sus labios, indicándome que siguiera.

Podía sentir la sangre que corría bajo mi toque, llenado todos y cada uno de los recovecos de su miembro.

En un instante, fui yo quien se encontraba contra la pared y bajo su control. Recorría cada centímetro de mi cuerpo con sus ásperas manos, llenándola de una lujuria amenazante, haciéndome desearlo cada vez más.

Finalmente, sus manos volvieron a subir mi vestido hasta llegar a mis muslos, donde se las arreglaron para encontrar el fino listón que sostenía mi ropa esa noche. Lo siguieron hasta llegar al centro mi cuerpo, apartaron la tela y poco a poco se fueron introduciendo por aquel lugar, con una delicadeza y finura extraña en él.

Un gemido escapó de mi garganta. Bruscamente, una de sus manos me tomó por el cabello e inclinó mi cabeza hacia a un lado, dejando a la vista la parte mas vulnerable de mi cuerpo.

Recorrió mi cuello con una de sus largas y filosas uñas, siguiendo el trayecto de mis músculos y venas. Acerco tanto su rostro, que podía sentir su respiración caliente sobre mi fría piel, haciendo un perfecto contraste con la suya, ardiente y sudorosa.

Su lengua afilada me hizo agitar al seguir ésta el contorno el contorno de mi cuello hasta mis clavículas; la mano que todavía quedaba por debajo de mi cintura buscaba con afán entre mis piernas. Yo misma lo ayudé al abrirlas un poco más, dejándole el espacio libre para que pudiera manipularme con libertad y hasta agresividad.

Mientras mas frotaba él mi clítoris, mas mojado se volvía el entorno… no solo húmedo, mojado… Tanto tiempo había deseado que sus manos tomaran y aprisionaran mis pezones, que pudiera yo sentir su deseo contra mis nalgas, que me poseyera simplemente con mirarme, que no me costo trabajo alguno el excitarme bajo sus dedos.

Poco a poco deje de sentirlo dentro de mí, ya que fue saliendo de mi vagina lentamente y comenzó a subir por mi cintura, donde me rodeo con un brazo, mientras que con el otro hacia maniobras para liberar su pene. Mientras tanto, él susurraba a mi oído y respiraba sobre mi cuello.

Después de no mucho tiempo, pude sentirlo perfectamente ahí, amenazando por entrar por mi culo.

Gonzalo levantó mi vestido, bajó la tanga y poco a poco fue deslizando su pene desde atrás hacia mi húmeda vagina; colocó mis manos contra la pared y después puso las suyas sobre ellas. Se mantuvo quieto un instante, respirando sobre mi oreja.

-Segura que esto es lo que quieres?

-Me lo preguntas ahora que has puesto contra la espada y la pared?

-Yo solo preguntaba…

Mientras esperaba el complemente de su respuesta, sentí una embestida brutal.

Un solo gemido salio de mi boca mientras su pene se introducía completamente en mi cuerpo.

Lo repitió varias veces, cada vez con más fuerza que las otras, hasta que decidió que había sido suficiente y comenzó a moverse rítmicamente hacia atrás y a delante, primero haciéndolo despacio para después ir incrementando la velocidad.

Yo gemía conforme el ritmo de Gonzalo, apretando mis músculos con la fuerza que me quedaba libre para estimular más mi clítoris.

Él lo supo y bajo una de sus manos hasta mi cadera, donde primero se ayudo el mismo al presionar mi cadera contra la de él y después bajo un poco más, donde uno se sus dedos comenzó a frotarme al mismo son.

Así nos mantuvimos hasta que sentí que un líquido caliente y delicioso se derramaba dentro de mí. Él se separó de mi suavemente y besó mi hombro.



De repente, una risa sardónica estalló desde atrás… Tomás lo había estado viendo todo…

-Maravilloso espectáculo, perra. No sabía que fueras tan…

Gonzalo rió fuertemente y se dirigió hacia él

-Buen juguetito el que tienes, T… vale la pena el precio que pusiste

Dicho esto, tomó sus ropas, le arrojó a Tomás un fajo de billete y se perdió entre las sombras.

Yo me incliné a recoger mi ropa y a limpiar mis labios. Al incorporarme, Tomás me tomó por el cuello, clavó su mirada en mis ojos y volvió a recorrer mi cuerpo lascivamente


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Incógnita

01:05 Jun 21 2005
Times Read: 536


Y es en estos momentos en los que me doy cuenta que tan agobiante es la noche...

No entiendo como un ser mortal como tu puede causar esta sensación en mi...

300 años he vivido oculta en las sombras y nunca nadie... ni demonio, ni vampiro y mucho menos uno como tu había hecho que buscara su calor, su cuerpo.

La noche se torna cada vez mas templada... el calor no me deja cazar y siento la necesidad de regresar.

Desde mi ventana puedo ver a uno de los míos engañando a su presa... tan dulce, tan inocente, tan... dispensable.

Puedo ver como la acorrala contra la pared del edificio, casi puedo oler su miedo, oír sus latidos incrementándose, ver sus pupilas contrayéndose... recuerdo haber tenido las mismas reacciones cuando fui abrazada, pero ella.... ella solo servirá como ganado.

Puedo imaginar el sabor de su sangre dulce corriendo por su garganta, siendo drenada de sus venas poco a poco hasta dejarla en un suspiro de vida... ja ja... es tan divertido estar ahí cuando sus ojos piden clemencia por su vida, sus manos se aferran a tu cuerpo como si buscaran recuperar la vida que acabas de drenarle... adoro ver sus caras de suplicio y a la vez, de una excitación y placer sin precedentes...

Ahora... una de sus manos se cuela por debajo de su falda y acaricia su muslo, su boca se acerca a su cuello. Puedo asegurar sin lugar a dudas que su yugular palpita cada vez mas rápido...

Mientras observo como Thomas juega con su pequeña presa, mi mente se dirige a la noche en que trate de apoderarme de ti.

Tu ibas saliendo de un club nocturno en el centro de la ciudad. La noche era igual a esta, el ambiente era muy húmedo... Tu playera se pegaba a tu cuerpo debido al sudor, jugueteabas con tu cámara mientras caminabas por la acera.

Nunca pensé que esa noche llegaría finalmente, llevaba semanas observándote, por eso supe que te ganabas la vida como fotógrafo. Siempre salías acompañado por alguien, ya fuera un amigo o una conquista pasajera.

Una vez antes hice el intento hacerte mío. Nuestras miradas se cruzaron mientras tu estabas fotografiando a la chica del mes. La luz roja del lugar era hipnotizante. Yo te observaba mientras estaba sentada en la barra, asumo que mi mirada fue algo penetrante en ese momento, pues tú giraste la cabeza buscando a quien te observaba... no pude evitarlo, la lujuria crecía rápidamente en mi interior...

Pero algo me contuvo de tomarte esa noche, pues cuando te dirigiste hacía mi, desaparecí como suelo hacerlo después de haber acabado con alguien... nadie lo notó, y tu solo te quedaste desconcertado, asumiste que habías imaginado todo y al final...regresaste a tus amigos y a tu modelo.

Pero esa noche... esa noche ya no me pude contener y te seguí mientras te dirigías a tu apartamento o tal vez ibas a la casa de tu mujer e hijo... lo desconocía y no me importaba, solo quería finalizar lo que no había podido hacer en mucho tiempo.

En el silencio de la noche, mis pasos resonaban detrás de los tuyos. Tú, nervioso, apretaste el paso y decidiste cortar camino a través del cementerio, supusiste que nadie te seguiría por ahí. Aún tú mismo temblabas por el simple hecho de entrar en semejante lugar a media noche...



Ah!... Thomas seguía jugando con su pequeña presa, pobre criatura, no podía tener mas de 16 años. Su dulzura impura invadía el aire, ahora es casi imposible encontrar a una de su edad que todavía conserve esa perfecta inocencia con la que todos nacen.

Su sangre ya no es tan dulce como la de un niño, pero aun así es fresca y mucho mas apetecible que la de una mujer de mas de 30 o la excesivamente azucarada sangre de un bebé.

Pero no creo que Thomas la quiera por eso... no... el simple hecho de seducir a una niña como ella y sacar placer de su cuerpo es todo lo que busca esta vez, lo puedo asegurar, pues yo lo he hecho así.

La lujuria es tal en nosotros que para saciarla somos capaces de todos. El sexo de la presa realmente no importa. Tanto me divierto con una chica como ella, como con un hombre maduro.

Ahora él baja lentamente a sus pechos... la diminuta blusa, tan ligera y vaporosa, es casi invisible ante sus ojos. Thomas solo puede ver el lugar en su piel bajo el cual late su joven corazón. No falta mucho antes de que sus colmillos tan perfectos traspasen su piel morena y suave...

Me fascina presenciar esto...

Tu recuerdo vuelve a invadir mi mente...

Al darte cuenta de que los pasos no habían parado al momento de haber entrado a ese oscuro lugar, te diste vuelta, tratando de ver por entre las sombras, buscabas a tu acechador mientras seguías caminado. Y fue por esa distracción que tropezaste contra una tumba, tu pie se torció y tuviste que sentarte para poder descansar un poco...

Y fue ahí donde te acorralé...

Mis manos recorrieron tu pecho viniendo por detrás, mi lengua siguió el contorno de tu cuello erizado. Podía sentir tu respiración acelerándose, estabas muy asustado, pero aún así no parecía que quisieras escapar.

Poco a poco te fuiste relajando, disfrutabas lo que estaba haciendo y yo podía sentirlo. Me gustó como reaccionaste. Tomaste una de mis manos y me llevaste hasta colocarme sobre tus piernas.

Me sentaste sobre ti y al mismo tiempo tus manos comenzaron a jugar con mis senos... retorcías mis pezones hasta hacerme gemir de placer.

Mis manos encontraron su camino por debajo de tu pantalón, el cual ya te era muy apretado, así que lo desabroche... Te recosté suavemente sobre la tumba, fría al tacto... tanto que arqueaste levemente la espalda al momento en que tocó tu piel húmeda.

Lentamente levante tu playera hasta despojarte de ella, dejando al descubierto tu abdomen perfecto. Mis manos lo recorrieron lenta y suavemente, seguidas por mi lengua. Tenías un sabor muy especial, nunca lo había probado en alguien más.

Tuve la necesidad de besarte, cosa que nunca hago con mis presas, pero tú... tú eras diferente a todas ellas... Tu lengua lleno mi boca, jugueteo un rato con la mía. Mordí tus labios, y brotó sangre de ellos. Esta era deliciosa, tan refrescante... no entiendo como fue que no la bebí toda en ese momento...

Creo que mi deseo de tener relaciones, de que me penetraras... de hacerte mío, fue mas fuerte que el de saciar mi sed...

Mi lengua bajó por todo tu abdomen, tu piel se erizaba mas con cada movimiento que hacía sobre él, todo cuerpo temblaba bajo el mío... era tal la sensación que deseaba que nunca terminara...

Mi boca llegó hasta tu pene erecto. Primero fue mi lengua que jugo con la punta, con la cabecita inocente que no sabía que estaba pasando. Después comencé a introducirlo poco a poco en ella y ahora no solo era la punta con lo que jugaba mi lengua, si no con todo el cuerpo. Lo recorrí centímetro a centímetro, mojándolo con mi saliva, disfrutando de su sabor salado, de la sensación de la sangre que recorría cada una de sus venas.

Disfrutaba intensamente de los gemidos ahogados que dabas, tu placer se estaba convirtiendo en el mío... el placer de un mortal me estaba llenando las venas, como era eso posible?? Como era posible que una criatura como yo se rebajara a darle placer aun simple humano??... En ese momento no me importaban las reglas de los de mi especie, solo me importaba saciar mi lujuria mediante la tuya...

Me incorporé poco a poco sobre ti y me quité al abrigo, que para estos momentos me era completamente estorboso. Fui bajando sobre tu cintura, hasta hincarme sobre tu pene. Con una de mis manos hice a un lado el hilo dental que llevaba debajo de la minifalda negra y poco a poco comencé a penetrarme con tu él... muy lento y suave.

Primero solo fue la cabeza, la sacaba y la metía en mi vagina tan lento como me era posible.... quería disfrutar de esto todo el tiempo que se pudiera. Después fui bajando un poco más hasta introducir todo tu pene en mi.

Comencé una cadencia muy lenta contigo dentro de mi, hacia adelanta y hacia atrás... Tu tomaste mi cadera y seguiste el ritmo con tus brazos... pero hacías que fuera cada vez más rápido.

Los dos comenzamos a gemir al unísono, mi cuerpo sobre el tuyo. Me quité el halter y me incline sobre tu cara, para que así mis senos colgaran libres sobre ti. Podía ver como tus ojos quedaban en blanco de lo que estabas sintiendo.

Te incorporaste conmigo sobre ti, me inclinaste hacia atrás y comenzaste a mamar mis pechos. Parecías un niño recién nacido que buscaba alimentarse de la leche de su madre, jalabas con tal fuerza que yo no podía hacer otra cosa que gemir y jugar con tu cabello...

Mordiste uno de ellos con tal fuerza que comenzó a brotar sangre de él... “Perfecto” pensé... ahora sólo era necesario que yo bebiera toda tu sangre, pero me olvide de eso en cuanto tu comenzaste a disfrutar con ella. Te causaba tanto placer estar ahí, mamándola, succionándola...

Mi piel estaba tan erizada como la tuya, mi cuerpo cubierto en sudor y semen, no solo te habías venido en mi vagina, sino en todo mi cuerpo. Hacía casi una hora en que todo había acabado, pero una de tus manos seguía jugando con mi clítoris, lo frotaba y lo pellizcaba. Realmente parecías disfrutar el estar acostado sobre mi pecho y oírme gemir. Pensé que ya todo había llegado a su fin, pero tu pensabas todo lo contrario...

Tus dedos se introdujeron en mi vagina y comenzaron a moverse en círculos dentro de ella... Con la otra mano sujetabas las mías y las presionabas contra la lápida. Seguiste masturbándome hasta que mis gemidos quebraron en silencio de la noche. Mi cuerpo sudoroso se agitaba y retorcía contra la tumba.... y de pronto, vino la calma. Tu mano soltó las mías y tus dedos salieron de mi cuerpo. Pero no era el final... fuiste recorriendo tu cuerpo hacia el piso del cementerio, me fuiste jalando junto contigo hasta sentarme sobre la tumba y tu quedaste hincado frente a mi...

Comenzaste besando mis muslos, suaves y firmes. Poco a poco los fuiste recorriendo hasta llegar a mi entrepierna. Me quitaste la tanga e hiciste que abriera mis piernas al meter tu cabeza entre ellas. Tu lengua húmeda y cálida se introdujo en mi vagina mojada.

La recorriste de arriba abajo, introdujiste tu lengua y jugaste con ella moviéndola en círculos mientras yo mordía mis labios, haciéndolos sangrar, y pellizcaba mis pezones.

Mordiste mi clítoris, haciendo que gimiera aún más fuerte. Una de tus manos calló mi gemido mientras me mirabas tan perversamente que no podía evitar sentir que te deseaba de nuevo. Se que leíste mis pensamientos en ese momento, pues te incorporaste y esta vez fuiste tú el que me reclinó contra la tumba. Ahora eras tú el que tenía le control.

Me penetraste muy rápido y muy fuerte. Tu respiración se agitaba mas y mas. Mis piernas rodearon tu cintura, jalándote hacia mi. Esta ves fue rápido y terminaste dentro de mi.

Te volviste a recostar sobre mi pecho, rendido y agitado. Tu cuello se encontraba tan cerca... podía sentir tu esencia.

Estaba a punto de abrazarte cuando oí sus pasos, su presencia era inconfundible... era él. El mismo que me dio origen y el mismo del que había sido amante desde entonces... hacía 300 años.

No podía dejar que te encontrara ahí, no podía permitir que le quitara la vida al único ser que me había hecho desearlo de tal manera.

Me levanté, dejándote tendido sobre la tumba fría y gris. Te bese por última vez y corrí a su encuentro...

Thomas me saludó con un beso salvaje y agresivo, me tomó del cabello y mientras lo jalaba para atrás me preguntó “Donde habías estado, perra?” yo solo atiné a decirle que había estado cazando... pero que había perdido a mi presa. Él no preguntó más y tomamos camino hacia el apartamento... esa fue la última que te vi.



Thomas esta disfrutando de la sangre proveniente de los senos de su víctima... el cuello, lo ha dejado intacto... La pobre niña se retuerce en sus brazos... pidiendo por más y lo hubiera recibido, de no ser porque el alba empieza a despuntar por detrás de los árboles del parque.

Él ha alzado la vista hacia donde estoy yo, sabía que lo estaba observando desde que todo comenzó. Me sonríe maléficamente y se vuelve hacia su víctima, mientras que coloca sus manos sobre su cabeza... “Has recibido suficiente” le dice, mientras le rompe el cuello.

Que mal final para una criatura tan dulce como ella...

Yo le sonrío de vuelta mientras cierro las cortinas de satín negro. Él ya esta detrás de mí, tomándome por la cintura. Me lleva hacia la cama cubierta por un dosel de ébano con cortinas negras.

Aquí esperare de nuevo a que llegue la noche, envuelta entre sus brazos... Y tengo la esperanza de encontrarte... para finalmente, acabar contigo...


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