Ahora esta obscuro.
Las luces se han apagado lentamente, una a una. El pueblo fue cayendo en un letargo profundo mientras yo observaba desde la torre del campanario.
Una enorme perla se cernia sobre el lugar, irradiando las pequeñas calles con una luz fantasmal, mientras el ángel de la muerte nos vigilaba desde lejos.
Un lobo aullaba en las colinas, mi gente comenzaba a rodear la contrucción pero yo no podía unirme a ellos.
Aun siendo un traidor, no podí cobrar venganza con mis propias manos; aun cuando la ira recorría mi cuerpo y mis manos deseaban cubrirse con su sangre desalmada, mi amor no hubiera querido eso y mi príncipe nunca me lo hubiera permitido.
Cerré los ojos y permité que la fría brisa acaricie mi rostro, esperando que su carencia de calidez enfríara el fuego de mi ira, pero es inútil, mi cuerpo solo sentía lo que corría a través de él, esa sed de venganza que no puede ser saciada.
Mis pensamientos fueron interrumpidos por una mirada proveniente desde la calle. Axél esperaba a que yo diera la orden de ataque. Suspiré profundamente y asentí con la cabeza.
El silencio de la noche fue roto por un grito de batalla, seguido por varias cargadores siendo preparados para disparar.
Una rafaga de balas cubrío la construcción y un resplandor naranja comenzó a cubrir la casa desde un costado.
Ni un solo grito se escuchaba ya, solo los disparos, el sonido de cristales rompiendose y la madera que crepitaba cubría el pueblo.
Ni un alma se atrevía a mirar que era lo que pasaba.
Generalmente, un taque sería mucho más sutil, sin develar la identidad de los que lo cometen, pero en este lugar alejado, en donde todo el pueblo esta sometido a nuestra voluntad, nada importa, ni si quiera las represalias del Consejo.
Seguí observando impavida desde mi puesto. Uno a uno fueron saliendo los que apoyaron al traidor.
Ksena los obligó a arrodillarse a punta de pistola, mientras me indicaba que ya todo estaba listo para el final.
Lentamente abandoné mi puesto y bajé por las escaleras del campanario. Al abrir la puerta al final de ellas, me encontré a un costado del altar y con el padre que me miraba.
-Este no es asunto, padre. Regrese a la cama.
-Pero.. Se...
-He dicho que regrese a la cama! Le he prometido que su gente no saldría lastimada, siempre y cuando nadie interfiriera, y eso lo incluye a usted!!
El hombre me miraba aterrado. Me alejé de él lentamente mientras caminaba hacia las puertas, casi podía sentir como temblaba y como su mirada me seguía, clavándose detrás de mi cuello.
Abrí las puertas de par en par y me dirigí hacia las llamas que brillaban frente a mi . Al llegar al lugar, puede ver como lo sacaban a golpes. Su rubia cabellera estaba cubierta en sangre, pero sus fríos ojos azules no revelaban sentimiento ni dolor alguno.
Lo arrojaron frente a mi y cuando levantó el rostro, sus ojos se clavaron en los míos y una sonrisa sádica se dibujño en sus labios.
-Te gustó tu sorpresa, perra?
Una carcajada silenció todo lo demás, pero de pronto un cultazo lo hizo guardar silencio momentareamente.
-Jajaja... ni siquiera te atreves a hacerlo tú, perra? Uno de tus peones lo tiene que hacer por tí?
Una patada en la cara lo hizo callar finalmente
-No... pero quería evitar manchar mis botas con tu asquerosa sangre...
Lo tomé por el cabello y le levanté la cara
-Ahora imbécil... limpialas!!
Y lo arrojé contra el suelo.
El maldito bastardo seguía riendo después de aquello. La ira me quemaba cada vez más. Le quité la pistola a Ksena y le dispará al mal nacido en el medio del cuerpo.
Mientras se retorcía en la tierra, me acerque a su oído y le susurre:
-Que lástima que perdiste la apuesta, hermano...
Me acerque más a él y lamí su rostro ensangrentado
-Insípido como siempre...
Me incorporé y comencé a cmaniar hacia una negra que esperaba por mi
-Hagan con ellos lo que quieran... pero no quiero a ninguno vivo...
Algunos de mi clan rieron a carcajadas, mientras que otros solo asintieron levemente..
Al subir a la 4x$, todos se abalanzaron contra los capturados
-Y pensar que es tu maestro...
-ERA mi maestro...
-Pero...
-Cállate y conduce...
-Hacia donde exactamente, Nit?
-Realmente pretendes hacerme creer que no lo sabes?
-Bueno, solo pregun...
-Cállate de una vez!
-Que carácter! yo sólo...
-Ryan, si no quieres terminar como él, llévame con Xavier...
-Ya, ya... ya entendí
-No lo parece... arranca, con un demonio!
-Está bien, solo quiero saber si estás conceinte de que es un Ventrue...
-...
-Te estoy colmando, verdad?
Una sonrisa sarcástica le respondió todas sus preguntas.
La SUV se alejó del pueblo y tomó un camino que se internaba en el bosque.
Los recuerdos golpeaban mi mente y la niebla crecía dentro mi, tal y como lo hacia fuera. Miré una fez más por la ventana. Los árboles habían cubierto el resplandor blanqucino de la luna, dejándonos en el medio de la nada.
Una lágrima corrió por mi mejilla, mientras Ryan susurraba:
-Ahora esta obscuro...
La luna se colaba por entre los bloques de cristal, bañando su dulcísimo rostro en una luz mortesina pero angelical. Su respiración, calma y sendate, hacia levantar su pecho desnudo a un ritmo continuo...
Vaya vida la que tengo! He disfrutado de humanos demonios y vampiros por igual, sin importarme el que pasará o que sentirán. Pero él... él es diferente. No me atrevo a tocarlo, es el objeto de mi devoción, en quien pienso con un amor romántico cada noche al despertar, aquel por quien deseé regresar a mi vida mortal, alejarme del cobijo de la oscuridad...
Mi príncipe no sabía cuanto lo deseaba o cuanto sufrí por él... era de esperarse, nunca prestó atencíon a lo que yo le revelaba con detalles, abrazos y caricias.
Se quejaba constantemente de la poca comunicación, de como yo solo aparecía al meterse el Sol y del poco tiempo que pasabamos juntos. Pero que podía hacer yo? Si le revelaba mi verdadera naturaleza era seguro que lo perderia... tuve que dejarlo ir, aun contra mi voluntad.
Durante algun tiempo pensé en vengarme, fastidiarle la vida y hacerlo desear lo que alguna vez tuvo y rechazó, pero, que caso tendría? de igual manera, yo me sentiría mal por no tenerlo a mi lado...
Una vez más, tengo que despedirme de él. Tomás me observa desde la acera vecina y no parece muy contento conmigo.
Un beso en el cristal y una rosa negra en el alfeizar es lo único que puedo dejar.
Mi corazón debe dejar de latir nuevamente y mis sentimientos irse con el aire... tarde o temprano pasará y lo olvidaré, perdiendolo en la niebla de mi mente...
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